jueves, 17 de diciembre de 2009

Sobre el origen de mis silencios

Podría comenzar... diciendo -en abstracto- que mi estado mental cotidiano puede compararse a un embotellamiento a la altura del obelisco tipo 18hs con piquetes en dos o tres intersecciones.

Cualquier pequeño acto rutinario -tal como preparar un plato de fideos blancos con queso- desencadena un proceso complicado y retardado de pensamiento. Estoy como en el camino intermedio entre un físico teórico y una loca de atar:


1) Un hecho pequeño desata un par de pensamientos al respecto

2) Más pensamientos se suceden cada vez a más velocidad (y más densidad)

3) Surgen nuevas variables (y no todas tienen que ver ya a esta altura con el hecho inicial)

4) Todas las variables se juntan

5) Se produce el embotellamiento de ideas

6) Tiro todo a la mierda y me callo







Minovio, "Velocity"

jueves, 10 de diciembre de 2009

Instrucciones para liberarse



- Hola, ¿cómo andás?, ¿todo bien?

- Todo bien ¿vos?

- Todo bien
(...)


Señora: ¿está cansada de vivir bajo esa frustrante retórica? ¿no soporta más hablar de cosas suaves y puntiagudas? ¿hace años que no grita al viento? ¿su último orgasmo fue en la navidad del '86? (...)

¡Tenemos la solución para usted! Le presentamos nuestra exclusiva colección de DVD's:


"Mamá Quiero Caca"







¡Este fantástico curso en 7 DVD's va a enseñarle como reeducar sus deseos!



Michael, de Michigan: "El curso MIWS ("Mommy, i want shit") ha cambiado mi vida. Ahora soy un infante, logré deshacerme de los protocolos sociales. Digamos que me metí el proto en el colo, ¡y ahora tengo la felicidad que siempre soñé!"

Susana de Flores: "La verdad es que el curso MQC salvó mi matrimonio. Ahora ya no nos preocupamos por tener sexo de callados cuando los chicos duermen, somos una familia liberal"


¡¡Llame YA!! Nuestras operadoras lo están esperando...


Si llama ahora incluiremos también un práctico ovillo del mejor hilo sisal, para que recuerde las viejas y ásperas ataduras que ha dejado atrás.

¡Súmese a los que ya probaron el curso MQC! Nuestra colección de videos también incluye una admisión en el Borda con 25% de descuento en pañales.

¡¡¡Satisfacción garantida!!! Si no lo lleva la cana por exhibicionismo, si no termina en alguna institución de Bellas Artes por freak, ¡¡¡LE DEVOLVEMOS SU DINERO!!!


viernes, 4 de diciembre de 2009

Sobre cómo vender los ideales y/o ser hijo de su propio Zeitgeist



... Recién cumplí un rito que viene haciéndose mensual: navegar por aguas bloggeras y hacer click en "seguir" frente a la gente que me gusta/interesa. Y puedo decir que hoy me encontré con gente muy pero muy bella. Y, en medio de tanta belleza descubrí que todos, pero ABSOLUTAMENTE TODOS los bellos hacen (mucho) uso de la imagen... ¡¡¡y yo quiero pertenecer che!!! Aunque...
... les cuento que casi sin querer, mi propia idiosincracia viene declarándole la guerra a los ojos; y, en voz bajita, vengo enarbolando la bandera de los oídos, la nariz y la piel. Es por eso que mi blog no es amante de las fotos, ni tiene una súper plantilla, ni -mucho menos- la más mínima intención de diseño visual.

Pero hoy siento que no puedo pecar de ignorancia estética y debo jugármelas un poquito (que vivimos inmersos en este zeitgeist de la estetización visual de las experiencias), y me dieron ganas de pertenecer a la comunidad movistar, así que vendo mi alma al diablo... de a poquito iré meditando cómo carajo hago para diseñar mi cajoncito virtual y dialogar con algunas imágenes también. Porque lo que no puedo negar, es el enorme placer que he sentido frente a varias fotos que acabo de ver.

Soy vouyeur: no saco fotos, no me gusta. Amo mirar las imágenes de otros. Y si, bajo el efecto de algún estupefaciente se me da por agarrar la cámara y sale algo digno, con bombos y platillos anunciaré que la imagen fue tomada por muá. Mientras tanto, aviso que todas las imágenes por aparecer son de mi novio, que todavía gusta de mirar(me) gracias a algún milagro cósmico.

Acá les dejo entonces una imagen de la Comunidad Móvil (perdón, pero no puedo mostrar mi belleza sin antes rezongar un poco)





(Minovio: "Cuaderno de visitas de la Catedral Metropolitana de La Plata")

lunes, 30 de noviembre de 2009

Sobre los fallidos culebrones

Harto conocido es el momento de la novela en que el galán se confunde y, en medio del beso o del acto amoroso, llama a "la otra" en vez de a la que -en ese mismísimo momento- está compartiendo su existencia con él.

Nunca me pasó, por suerte. Pero... ¿qué hacés si tu novio te llama por el nombre de su ex en medio de una pelea? Sísí, lo que leés. ¡Yo creo que es infinitamente peor!

O sea (opción 1): si mi cara de bruja te hace acordar a la cara de bruja de la anterior ¡nada bueno puede andar rondando por tu cabeza a la hora de "elegir"!

Opción 2: flaco, estás tan hasta las pelotas con el duelo no resuelto de tu ex...

Opción 3: sos un místico y seguís honrando a la bruja inicial; en su memoria, cada vez que aparece nueva bruja, es ritual decir al menos una vez su nombre (en apariencia de fallido pa disimular el rito, ¿vio?)

Una vez un profesor de audio me dijo que lo que nuestra percepción mejor retiene es lo que sucede al principio y al final. Que con lo del medio no pasa mucha naranja. Y quizá por eso meto en el medio a esa opción 2 que me está hinchando las emociones...

jueves, 26 de noviembre de 2009

Sobre cómo enfrentar la realidad

Había nacido para hacer. Lo supo el día en que conoció al gigante de marfil. Él le sonrió, y ella vio sus dientes blancos y quiso tocarlos. Al principio toda ella era ansiedad, pero poco a poco fue descubriendo que todo su placer estaba bajo la yema de los dedos.
Su primer gran descubrimiento fue el eco, el retorno de lo que tocaba que volvía a acariciarla más suave, más sutil, en un susurro encerrado que sólo era para ella y para nadie más.
Entonces pasó lo que debía: entendió que su vínculo no debía estar mediado por nada, que había un mundo por temer, y que tenía que estar atenta a disfrutar lo que lo efímero le daba. Y no pensar más.
Recurrió a la maestra de los maestros y miró sus manos. Eran blancas y fuertes. Eran firmes. Eran plásticas. Y en un momento que sólo se adquiere por la más profunda de las admiraciones, se sintió morir de amor.

viernes, 20 de noviembre de 2009

El cuco

Cuando luchaba contra el cuco, para que sea de igual a igual, Adriana se volvía un monstruito. Una cosa verde y pegajosa que iba transformándose en lo que hoy es: un minotauro bestial.

Tantas batallas contra ese cuco, y Adriana ya perdía su color verde y ya era rojo.

Hoy, contener el derrame; pero la historia siempre marcó que las debacles son tan inminentes como inexorables.

lunes, 2 de noviembre de 2009

Exámen

De chica iba a clases de piano e inglés. Siempre recuerdo los nervios, el-nudo-en-la-panza a la hora del examen oral o el concierto público. También recuerdo que con el tiempo aprendí, me endurecí; y ya no temblaba a la hora de comenzar a tocar.
Con los nervios superados se fue también el placer. Es un viaje sin retorno éste de construir la muralla china.
Y por eso andamos hoy buscando terapias freudianas que nos revuelvan el estómago hasta lo más recóndito. Por eso buscamos llorar para mejor. Porque queremos volver a reír. Y nos encontramos dentro de una cárcel creada para no llorar.
El gran premio consiste en sentirme Atenea. Y el de mi hombre en ser un sobreviviente dionisíaco, aunque desde que me conoció dice sentirse Ares.
Busco el amor sin ganas de conocerlo. No le temo. Simplemente perdí la costumbre.

jueves, 29 de octubre de 2009

Sobre las publicidades de shampoo

Para mí el bañarse es un acto de renovación. Tan incorporada tengo esta máxima que, cuando estoy en etapa de resistencia al cambio, se me da por andar esperando más de lo necesario para amigarme con la ducha.

Y cuando digo bañar me refiero también a la lluvia que va limpiando todo a su paso.
Hablo también de la luz diferente que entra por la ventana de un vidrio recién lavado.
Hablo de mi perro que, en los días de mucho calor -aunque no le guste nada ver de cerca la manguera- después del baño se reanima, siente hambre y ganas de correr.

Últimamente andaba con muchas ganas de bañarle las intenciones a mi novio. Nunca se lo dije, pero lo vengo imaginando mojado en mi deseo.

Y claro. Es recién ahora, cuando lo encuentro yéndose a buscar desesperado otro aire y sin ver llover, cuando reacciono y me pregunto si la que necesita un baño no soy yo. Porque de bañarnos juntos por ahora ni hablar.

Igual las ganas que tengo.

jueves, 24 de septiembre de 2009

Vestida de Olvido

¿Cuánto dura un destello de amor en los ojos? ¿Cuánto permanece la excusa del otro para sentirnos felices?

Quizá, caminando, no se trate del cómo ni del cuánto... quizá se trate del tiempo.

Y yo no uso reloj.

domingo, 20 de septiembre de 2009

Sobre lo cíclico y otros afanes del yo en el amor

Leyendo el último post de mi amiga Mine... su corazón roto contagió al mío. Y recordé. Un recuerdo ayudado por signos que se fueron alojando con cada ruptura en mi cada vez más duro corazón. "Te di un personaje", dice ella. Y cuántos personajes otorgué yo en nombre del autoboicot que borro convenientemente cuando tengo ganas de seguir serruchándome el piso yo solita.

Algunas personas, como yo, hacen entrega, junto con las llaves del corazón, de un diminuto papelito que dice algo así como "vendo alma buen estado: permuto por lugar chiquito vaya a saber dónde (donde vos quieras ponerme)"

Es una cuestión del débil y el fuerte. Un juego de roles donde siempre creí que el amor no tenía lugar, pero al final parece que sí. Cómo se mueve ahí en el medio, no lo sé. Pero juega. Juega al balero y va y viene en el aire. Juega con la ilusión de la entrega y del milagro. Pero en este momento nuestro vacío de utopías, el milagro toma el nombre del fuerte, del que se hace lugar a empujones. Del que desea con ambición.

Y para los que vivimos entregando papelitos y almas, nos queda sólo el momento de recuperarnos a empujones, a fuerza de imitar la idea de los siempre ganan... resentimiento primero: "odio a los que emPUJAN, no hay necesidad, ¡¡¡pero nadie parece entenderlo!!!". Victimización paródica del genio incomprendido, segundo: "él no me entiende/el mundo no me entiende". Autorreproches y agudísimas autocríticas en tercer lugar, dan luego espacio a una paz narcisista que, por suerte, te susurra al oído:

"Soy una diosa, ME quiero"

viernes, 17 de julio de 2009

Viajes

Nuestro amigo Julito ya dijo cómo viajan los cronopios, los famas y las esperanzas. Y yo quisiera agregar un par de cosas. En realidad hay más de una clase de viaje en la vida de un cronopio. Y en la de los famas y las esperanzas, ni idea, porque no me sitúo allí.
Concentrémonos en el cronopio: cierto es que este ser arma las valijas el día antes para llevar sólo lo necesario (aunque después haya que sentarse arriba de ellas para que cierren), y luego olvidar el cepillo de dientes. El cronopio sueña feliz con el nuevo destino, y en su equipaje siempre encontramos mangueras de colores.
Pero cuando el cronopio viaja no a un nuevo destino, sino a un lugar conocido, lo invade la angustia. La ansiedad lo carcome entre puteadas color negro, y actividades que nada tienen que ver con los preparativos del viaje, no sea cosa de recordar que viajamos.
Es así como despilfarra su tiempo, no le saca las hojas al reloj-alcaucil, con el fin dejar lo inevitable para último momento. Se va en acicalar sus recuerdos, cae en un ataque de nostalgia y se acuerda del jamón que le faltaba a sus sándwiches de queso.
Desconsolado, llega a la terminal de ómnibus atropellando a todos porque pierde el micro. Y con cara de yo no fui, le extiende el boleto al chofer. Pobrecito.
.
.
.

Minovio, "Deseo en calesita"


lunes, 13 de julio de 2009

Sobre la seguridad (introducción)/ Against all odds



La "ciencia" yanqui se sostiene en base a las estadísticas como resultado de sus estudios. Es así como informan a la población sobre cosas tales como: "sonreír aumenta en un 20% las ganas de ser feliz", o "la gente amarga y jodida tiene un 50% más de probabilidades de contraer cáncer de alma" (por tenerla sucia, claro).

Por mis cualidades de cronopio ya confesas, siempre me deleité para mis adentros con la naif idea de que si no tiran resultados pelotudos para el "interés general" no los financia ni el loro, y ahí se va la plata para la investigación real, que era para armar una bomba de papelitos de colores.

Y, como los yanquis viven tratando de pintar los intereses de un solo color (les encanta), resulta que las estadísticas, los números y todo lo cuantitativo, están a la orden del día, y en todos los órdenes.

Por ejemplo: cuando vas al médico, y te tienen que operar de una basurita en el ojo derecho, te dicen que las probabilidades de postoperatorio feliz son de un 90%.
Más ejemplos: los preservativos son efectivos en un 97% (en EEUU; acá creo que te dan un 99% de seguridad). La barrita indicadora de progreso de la compu, que te cuenta mientras va laburando que va en un 24% y quedan 24 minutos restantes...

...pero, de repente, el programa se tara, se crashea, y la compu te queda turuleca porque -lo que vos no sabés es que- se fue al hasta el servidor de la esquina para comprarse otro gramo de psicotrópico.

...Estás estudiando para un final -el cual tiene lugar mañana en el aula 568- y leíste la mitad de las bolillas; por lo tanto, tenés un 50% de probabilidades de aprobar. Pero en el momento recordás al héroe de la peli "Día de la Independencia" (o a Rambo, o al pibe de "El Pianista") e, inspirado, largás el chamuyo de tu vida, y te sacás 8 (lo cual sería un 80% del contenido sobre un 50% de probabilidades, saquen ustedes la cuenta porque a mí no me sale). O, por el contrario, sos un traga desde primer grado, y ahora resultaste en un académico de primera. Pero, en el momento del exámen, te agarra el autoboicot ése de los que fracasan al triunfar, te acordás de tu mamá esa vez que te pegó una cachetada con una Coca-Cola en la mano; y todo tu discurso se va al tacho, junto con el 2 en la libreta.

Y algún obtuso hasta llegó a decir que EL ALMA PESABA 21 GRAMOS.

Prefiero pensar que esos 21 gramos son los que hacen que mi mate sea perfecto.

miércoles, 8 de julio de 2009

Quehacer con un vecino molesto

"Lonelyness gets you eventually you just freak out", me dijo alguien alguna vez. En idioma original.

Y ahora éste viene a tocarme la puerta para pedirme una taza de azúcar. Y yo lo miro con cara de póker.

Juro que nunca seré la vieja chusma del barrio.

domingo, 5 de julio de 2009

Fuck you stars!!!



Está lloviendo. Y de la mejor manera: con frío, viento y ruidito de granizo.

Y mi novio está trabajando a 60 km de mí.

O bien: mi novio está trabajando a 60km de mí. Y llueve.

La mer

Las cosas que me dan felicidad siempre son chiquitas. Literalmente, un objeto de pocos centímetros le toca timbre a mi señora alma y ella le abre chocha sin preguntar "¿quién es?". Pero, a esta regla, le cabe esta excepción: el mar.

Un recuerdo que, de tantas veces fijado, se tornó onírico: voy en el asiento trasero del auto, cosa coherente con mi ser que ama dejarse manejar, que lo paseen. Hace calor porque es verano, y estamos llegando a un pueblito orillero de algún mar. Mis ojos recorren las casas de la calle por la que vamos. El auto gira a la derecha o a la izquierda, y allí aparece en el horizonte, al final de la calle: él. El mar. Está ahí, sumergiendo toda la calle y las casitas en su fondo. Y lo contemplo extasiada.

Pero ese éxtasis dura muy poquito... porque acto seguido comienza a golpearme la ansiedad de cronopio enloquecido, y trato de domar mis palabras para no atormentar al conductor (aunque no dejo de decir dos o tres veces "che, ¿no podemos ir más rápido hasta la playa y después buscamos un hotel?"). Y es así como nublo la vista para recién abrir los ojos cuando estamos más cerquita, y ahí poder hacer lo que quiero: abro la puerta y, de un salto, comienzo a correr hacia él. Y no paro hasta tener mis pies mojados. Hasta quitarme el pareo (ya venía prepararísima, ligera de ropa) y ponerme de costado a las olas y remarlas con gusto a sal.

No sé si me hubiera gustado nacer en un pueblo costero. Porque no sé si el deseo sería el mismo con él ahí al lado todos los días. Probablemente sí, porque mis características compulsivas son tan mías como la necesidad de actuar bizarramente de vez en cuando. Pero no tengo ganas de envidiarle nada a ningún surfer. Y quiero seguir pensando que la espera acrecienta el deseo.


(freudianos, abstenerse, ¡no me arruinen el momento!)

Sobre el dar muerte y otros afanes

Si yo enfoco mi mirada sobre el corazón de otro y le tiro un cuchillo, eso automáticamente me coloca en posición de verdugo/loco de mierda y demás etiquetas pasionales. Pero, ah, el cuchillo, la historia del cuchillo es otra, más interesante.

El cuchillo es uno de los objetos más felices que conozco. Yo cuchillo, soy tomado por un ser que me carga de energía, y vuelo como transporte: soy vector y portador de existencia. "Qué importante mi mensaje", me estoy diciendo, justo cuando llego al momento en el que debo cumplir con mi cometido: clavarme. Es allí donde comienza mi identidad como cuchillo propiamente dicho. Entonces cobro vida de la manera más plena.

Ahora, si no me clavo, si la energía de la que me imbuyeron no fue buena, es decir, si me caigo al piso… es ahí donde siento que debería estar hecho de otro material, como para poder hacerme pedazos contra el suelo y encontrar en la muerte el sosiego para la enorme vergüenza de ser tan poco cuchillo. En este caso seguramente volveré al cajón de la cocina; y compartiré la desazón de mi dueño mientras corto caracú para el perro, y envidiaré un poco la vida de mi primo, que es el cuchillo de Iván, el loco del barrio.

Mi arrabbia e ti ammazzo!!

Por qué será que la gente siempre tose en el teatro. Basta con que el director levante los brazos, o el pianista esté a punto de apoyar los deditos (imagínese en cámara lenta, mejor), para que comience el concierto paralelo de tocesitas, escupitajos, toses tuberculósicas y demás estruendos expectorantes.
A mí, personalmente, se me despierta el brote psicótico e imagino que me levanto de la butaca y los mato a todos. O, mejor aún, que esa obra no le gusta a nadie y la única que sacó entrada fui yo. Y es en ese preciso momento cuando giro mi cabeza y apunto mi ardiente ira hacia la señora de atrás, que encima ahora está abriendo un caramelo de menta y, con el sonido de su plástico manoseado, responde burlonamente a mi infructuosa mirada.
Dicen que en el Met de Nueva York, o en la ópera de Praga, uno puede acceder a gigantes tachos llenos de caramelos mentolados (anti-tos, claro) en la entrada... y no hablo del cine porque ahí el masticar multitudinario de pochoclo y maníes con chocolate ya forma parte de la banda sonora original del film. Y bien que le queda: expresión máxima del posmodernismo si cabe.
Dejo una línea apuntada para seguirla saboreando en mi cabeza: a mí la música me da escalofríos y, cuánto más me llega, más vibran mis pulmones. Pero a la tos me la guardo, che.

Los devenires de la ecléctica

Desde tiempos inmemoriales, las cosas de mi mundo circundante se manejaron a su antojo. Yo no manejo el tiempo, él hace lo que quiere conmigo. Yo lo dejo pasar y, mientras lo acaricio, voy eligiendo nombres para mis objetos más preciados. Hasta mi perro (figura del acatamiento si la hay), se va adonde le place y vuelve cuando le pinta.

Los devenires toman misteriosos caminos -que uno hace como que no elige-, y se los encuentra de repente a la vuelta de la esquina. Y a veces me gusta que así sea. Y a veces, otras, me dan ganas de llorar y sonarme los mocos con el vestidito que usaba a los cinco. Pero, mientras tanto, el escribir sobre ellos, sobre todos los significantes que me susurran despacito, es el único medio del que puedo valerme para intentar escapar de este destino de cronopio angustiado porque sólo hay sándwiches de queso en mi mochila.

Y, buscando el jamón que quiero agregarle, me encuentro en esta situación de videoclub: una obra diferente surge a cada momento. Todo depende del estado de ánimo y las influencias del día: hoy quiero ver una de terror, mañana la comedia romántica más neoyorquina del mundo. "El que mucho abarca, poco aprieta" solía mortificarme mi madre. Y al que le gusta un poquito de cada cosa, suele pasarle de quedar en el medio de todo...

Pero no le temo al medio, sólo le temo al que no comprende que hoy defiendo a muerte una palabra y mañana a otra. Al que quiere que todo sea de un solo color. Al radical unívoco. Porque yo soy radical pero de cada color, y para todos por igual. Y el tono es el mismo porque es mío.

Alguien me chusmeó que Cortázar dijo algo así como "lo peor del mundo del futuro, es que será un mundo para todos los gustos". Y acá estamos, hijos de lo multi-, de lo inter-... Y al que no le guste que no joda.