Sigo siendo incapaz de entenderme con la cámara: sigo robándole fotos a mi-novio para el blog. Por el momento no va a enterarse, ya que tiene prohibida la entrada a este espacio y me aseguré de sacarle la pulserita fosforescente de acceso al mencionado portal hasta nuevo aviso.
Hay un par mías (noten las fotos malísimas), y otras bonitas que le robo con pudor pensando en que pondría otras, realmente de las bellas, pero se las guardo para sus derechos de autor y su flickr y su etc.
Así que ya saben, no roben fotos porque ya vienen robadas desde mí, y yo llegué primero.
Si quieren alguna (ya sé, no pregunten por el banner de apertura), le hacen señales de humo y se las piden a él.
Ah, y a los títulos pedorros se los pongo siempre yo. Soy de terror.
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