viernes, 16 de julio de 2010

Sobre la mentira




La concepción que la mayoría de los mortales tenemos sobre la mentira, se basa en su condición de ser ajena a uno. Y, si bien sabemos que a veces las peores mentiras nacen bien adentro de uno mismo, en general nuestra primera reacción frente a la idea del mentir es patear la pelotita hacia otros lares.

Este inconsciente colectivo mentiroso, se expresa de mil maravillas en estos clichés de barrio: "ay, ¡¡pero qué barbaridá!!", o bien "¡cosa de no creer!". Clichés, por otra parte, que van generalmente acompañados de cara de consternación, estupefacción y... falsedad, es decir, más mentira.

Pero lo peor de este verbo es que ni bien se constituye el "yo miento", se teje una especie de magma devoradora en donde todo empieza a caer dentro de ese agujero negro. Digamos que está quién miente, y quien acepta ser mentido. Y en esta relación bien dialéctica nace LA mentira.

Por más que deseemos ser esos seres tan pensantes, sinceros y honestos... acá tenemos a Maconda en sesión con su psicóloga:



Maconda: me quedé sin cigarrillos, ¿no me convidás uno?

Psicóloga: sí, como no. Tomá (alcanza un atado de cigarrillos a Maconda)

M: (observando que dentro del atado quedan sólo dos cigarrillos) Pero no te queda casi ninguno...

P: nono, tengo más, no te hagas problema,

M: mmm, ¿tenés más? ¿seguro?

Psicóloga: ¿vos pensás que yo te miento?

1 comentario: